martes, 29 de julio de 2008

Paradero 10

Era una tarde de aquellas en las que salía sin rumbo fijo a patiperrear por la ciudad, encontrando en cada uno de los extraños que se le cruzaba, la cara de alguno de sus amigos o de alguno de los personajes que habían llenado su infancia, creyendo que todo el mundo lo tenía guardado en su bolsillo y que la vida se llenaba sólo con el chasquido de los dedos, dada siempre su sopresa al revisar sus viejos bolsillos, el encuentro con boletas arrugadas más que inútiles, recortes de periódicos, pelusas, botones y una que otra moneda de nominación ya descontinuada, siendo siempre su misma reacción, sentarse en el paradero 10 de esa calle que no recuerdo ya como se llamaba y ver a las micros pasar, sintiendo que la próxima vez que revisase sus bolsillos si sacaría a la vida entera, con todos sus colores y sonidos, de un tirón y caería patas arriba frente a sus ojos.

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